Me paso la vida metido en la transformación cultural de Corporaciones y no puedo estar más de acuerdo con este genial post de Steve Blanck : «Why Companies and Government do «Innovation Theater» instead of actual Innovation«.

Las Corporaciones son como el bacon del bocadillo GAFA/Startups

Las grandes empresas de cualquier sector tienen el riesgo (conscientemente o no) de ser el «bacon» en este bocadillo, que tiene arriba a los GAFAs (Google, Apple, Amazon, Facebook, Alibaba (Express, Ant Finantials, ..), que «piensan como una startup», tienen un modelo «10X», con una marca poderosa, centenares de millones de clientes evangelistas, presencia global e instantánea y todo el dinero del mundo en su caja, para entrar en el sector/mercado que quieran (normalmente liderado por un «dominante» lento, monopolista y con poco afecto de sus clientes).

Abajo tienen a una galaxia de start-ups, ágiles, flexibles, innovadoras por definición (incluso las grandes lo fueron en sus principios), sin ningún «legacy» que defender, que compiten en cada uno de los anillos de su cadena de valor.

En Banca, arriba estaría Ant Financials (el Banco de Alibaba que en 6 años ha conseguido 3 veces más clientes y 3 veces más valor que una entidad como BBVA que lleva más de un siglo y medio en el mercado) y abajo start-ups como The Lending Club, un banco P2P que en 13 años mueve en préstamos un tercio de los activos de BBVA, pero con 1600 emplead@s (BBVA tiene 125,000).

Algunas (las mejores) Corporaciones reaccionan de forma inteligente, apalancándose en sus recursos actuales y conseguibles por su tamaño, su economía de escala, talento, buena reputación, cuota de mercado, experiencia, etc. para adaptarse a los nuevos retos.

Implantan algunas de las 11 herramientas clave de «Corporate Venturing» (descritas en esta publicación de Opinno con IESE sobre Open Innovation) se «obsesionan» con sus clientes, adaptando así procesos y organización a los nuevos retos, creando un ecosistema a su alrededor que les provee de talentos, ideas, tecnologías, productos y «pilotos mínimos viables» y protección en tiempos de crisis.

Sólo en España trabajamos con la mitad del IBEX 35 y hay «campeones» dignos de ser estudiados en las mejores escuelas de negocio del mundo, sobre todo por la complejidad de los retos a los que se enfrentan.

El que compare los desafíos (titánicos) de Bancos como BBVA, Bankia, Santander o Caixabank, con los de Fintonic, Revolut, N26, o que no sepa apreciar lo que están haciendo en Telefónica, Enel, Endesa, Mapfre, Mutua, Santalucía, Globalvía, Novartis, Seat, Aguas de Barcelona, Prosegur, Grupo Lar, Sacyr, Ferrovial, Repsol, … para adaptarse, intentando mantener decenas de miles de puestos de trabajo directos e indirectos, en un escenario complicado además por Brexit y otras fuerzas centrífugas, una crisis climática de tamaño bíblico, el terror generado por la sustitución hombre-máquina, … deberían pasarse unos días con nuestros equipos en la calle.

O escuchar el discurso que Francesco Starace, CEO de Enel, acaba de pronunciar en la Universidad de Stanford:

Francesco Starace, Ceo de Enel en Stanford el 18/10/19

O sin ir tan lejos, leer mi post sobre los 30 minutos de Entrevista en RTVE a Tommaso Canonici, Antonio Núñez y Bill Derringer sobre los retos de la innovación en España.

No, no es fácil. Y no existen soluciones estándar, sino UNA para cada empresa que depende, citando otra vez al maestro Blanck en este «Commencement day» speach en IESE, de las personas que «hacen» su cultura.

Luego hay otras Empresas (la mayoría) que en lugar de aplicar una «doctrina de Innovación», hacen puro «teatro», de cara a l@s clientes y demás «stakeholders» (a l@ emplead@s no pueden engañarles, porqué ell@s saben que es mentira).

Este «teatro de innovación» consiste en elocuentes discursos sobre todo a los accionistas, que saben que en épocas como la actual de financiación abundante y barata, cada 1% que se invierte en «innovación»/crecimiento es 5/6 veces más rentable que hacer lo mismo en «eficiencia».

Se arman «hackatons» de cara a la galería y con el objetivo de generar «buzz marketiniano». Se crean «innovation rooms» y se hacen formaciones (no transformaciones) en «design thinking», sin retos de negocio bien definidos, sin involucrar a las unidades de operaciones/negocio, sin garantizar la creación de «células de innovación» que perduren en el tiempo, evangelizadores que representen el núcleo duro del cambio. Sin introducir una cultura de aceptar riesgos y los eventuales fracasos, sin construir un entorno seguro para la experimentación, ideación, prototipado rápido y validación de productos/servicios/pilotos «mínimos viables/deseables».

Son empresas basadas en los «procesos» que crearon al expandirse, para escalar el modelo inicial sin romper otras partes de la organización y son incapaces de darse cuenta que las operaciones de hoy necesitan romper los moldes de la «burocracia» creada para proteger un modelo de negocio que en poco tiempo (si ya no lo es) estará obsoleto y será más un lastre que un acelerador.

Cuando todo va bien, su modelo de crecimiento anual del 10% les funciona muy bien, siendo una máquina muy oleada para repetir éxitos sobre un modelo establecido.

Este vivir de la renta, del «statu quo» protegido por Gobiernos deseosos de proteger puestos de trabajo, infraestructura aparentemente industrial, exportaciones etc. se rompe cuando aparecen las «tribus del norte» (cuanto más al norte, más peligrosas) que tienen el aspecto de Amazon o Alibaba Express si hoy eres un Retailer (imaginate cuando el e-commerce represente el 40% del comercio en 2027), de Tesla si fabricas coches, y o «innovas» o «desapareces» (citando el libro «El líder antes la innovación» de Tommaso Canonici y Antonio Núñez).

Los «productos» de hoy se crean con «Customer Obsession», «pensando como start-ups» y utilizando las metodologías «agile» (design thinking, business modelling, lean start up, customer development, scrum, …), co-diseñando con todo el ecosistema de tus stakeholders. Pasar de una «cultura» de «proceso» a una de «producto» no es fácil, al necesitar un profundo cambio cultural.

Las empresas perciben que tienen que cambiar estos procesos que le dieron éxito un buen rato para HR, Operaciones, Compras, Legal, Seguridad, …pero sin una cultura de innovación a 360º alrededor, cambiando sólo nombres y métricas, lo que se obtiene es sólo «teatro de procesos«.

Finalmente, estas empresas acaban haciendo «teatro organizacional«: fichan a una consultora grande que en lugar de su cultura, cambia su estructura (de líneas operativas horizontales a unidades de negocio «independientes» o viceversa, ¡qué más dá!). De esta forma mantienen la empresa ocupada por un año (y aligeran su caja en unos cuantos millones), re-enfocan algo sus objetivos hacía nuevas regiones o negocios y el management da la sensación de estar haciendo algo. En realidad, se ha perdido un año valioso y no se han enfrentado al reto real.

Quiero acabar este post con una reflexión estratégica que está por encima del sector empresarial, la geografía y el entorno geopolítico al que pertenece cada corporación.

La humanidad tiene dos retos «transversales» que si no se resuelven rápido, no habrá un futuro al que enfrentarse y todo lo escrito aquí tendrá el mismo valor que construir mejor una casa el día anterior al paso de un huracán que la va a destruir, por innovadora, sólida, sostenible que sea.

  1. Cada empresa/persona tenemos que trabajar para la «des-carbonización» del planeta a nuestra escala, sea la que sea, local, regional, global. YA.
  2. Cuando AI/Machine learning/Deep learning/Robotica/Computación cuántica/… cuando la singularidad acelere la sustitución hombre/máquina en todos los puestos de trabajo que no necesiten creatividad/innovación/complejidad/empatía/ética, … el impacto social puede tener el aspecto de una revolución (no de las máquinas, sino de los «sustituid@s»). Ya hemos pasado por 3 revoluciones tecnológicas y el ser humano siempre se ha re-inventado para bien. Los únicos que perdieron su trabajo en la primera fueron los caballos (y desapareció la ocupación infantil de las fábricas del siglo XIX); en 250 años el trabajo ha evolucionado desde la esclavidud (6 días por semana de 12-14 horas diarias) hasta al modelo actual y las tecnologías nos ayudarán mucho en este sentido.

Sólo me preocupa la «exponencialidad» de los tiempos actuales de cambio, a una velocidad desconocida hasta hoy y por ello tod@s tenemos que actuar, para que el mundo que conocemos y nos ha sido legado siga con el mismo esplendor y que las «máquinas» se ocupen de los trabajos «sucios, aburridos, peligrosos» y nos dejen más tiempo para lo único que merece la pena, AMAR.