Este blog estaba originalmente destinado a temas de «Terapia de negocio» y dejé de publicar aquí hace unos 4 años, pasando los posts a Linkedin por varias razones. En mi cuenta de Linkedin podrás encontrar los siguientes capítulos de mi historia como emprendedor, innovador y «business therapist».

Ahora que hay un elefante en la habitación de mi vida, quiero retomar este espacio privado para compartir material, herramientas y reflexiones sobre otro tipo de «Terapia«, la «Transpersonal«, que me ha ayudado mucho en mi proceso de duelo. A continuación entenderás por qué.

Elena, el amor de mi vida, mi esposa, amiga y compañera se fue el 21 de enero de 2024, después de una larga y dolorosa enfermedad que empezó en 1996. Los últimos meses de su vida, su enfermedad empeoró mucho y al final los tumores que tenía en sus pulmones ganaron la batalla.

Elena pasó la última semana en Cuidados Paliativos de un Hospital de Madrid: quería morirse en casa, rodeada de su familia, sus mascotas, sus piedras y árboles maestros, pero picamos (los enfermos siempre pican) cuando desde el Hospital le propusieron un tratamiento experimental, no para sanarla, sino para efecto paliativo.

Elena estaba deseando marcharse, lista para volar y volver a casa, pero fue tentada por ganar unas semanas para poder ayudar a su comunidad de sanación. La cura propuesta sólo aceleró el proceso de su muerte: su cuerpo ya muy probado nunca tuvo oportunidad de absorber la inflamación que iban a producir estas 5 sesiones de radio en formato “Lattice”.

Quiero pensar que esto permitió que pasara sus últimos 8 días rodeada de los mejores equipos médicos y analgésicos para aliviar su tremendo dolor, pero cuento esto para que cualquier médico que me lea entienda que su deber es decirle a un enfermo, cuando se da el caso: “Mi ciencia no puede hacer nada más para “curarte”, sólo podemos “cuidarte” y sostenerte en esta gran aventura que será tu muerte. Sin dolor, con la mejor asistencia psicológica, religiosa/espiritual para que te vayas en paz, respetando tus creencias”.

Hoy sé que la muerte no es ningún fracaso, ninguna tragedia, ninguna sorpresa y así deberían interpretarlas los médicos que intentan curarnos. No es tirar ninguna toalla: es evitar un sufrimiento y unas expectativas que sólo generan más dolor.

Sabemos que vivimos en la impermanencia, que todo lo que nace se muere, antes o después, y el problema reside en que nadie nos prepara para esta pérdida, para ninguna pérdida.

Elena se fue, y nosotros, mis hijos y yo, la acompañamos como en una fiesta: volvía a casa, a un lugar sin dolor, sin agujas, quimioterapias, ensayos clínicos, sin las angustias de cada control médico. Volvía a ser amor, el mismo amor que siempre había sido. Volvía al mismo océano de amor al que creo que volveremos todos.

Luego vino la funeraria, el papeleo, el funeral, la cremación, la ceremonia religiosa íntima y en familia y al día siguiente nos entregaron una urna con sus cenizas.

Lo primero que hicimos fue una ceremonia en casa, en su jardín, frente a sus árboles maestros, sus plantas y flores que brotaban en cualquier temporada gracias a su luz y energía inmensa.

Luego su ausencia nos arrolló como una avalancha de nieve: todo nos recordaba que ya no estaría con nosotros, que no volveríamos a oír su voz cristalina, que sus ojos maravillosos ya no nos iluminarían como en los últimos 32 años en mi caso, en 24 y 22 para mis hijos.

¿Por qué, para qué escribo esto?

Sé que mucha gente que me conoce pasa o ha pasado por una pérdida igual de terrible y se pregunta si conseguirá volver a la vida, a sonreír, a soñar, a sentirse vivo.

Cada duelo es único, cada dolor es único e incomparable. La gente se cree que hay clases de pérdidas, mientras en realidad sólo hay personas heridas y para algunas perder un trabajo, un amor, una mascota, una casa, .. tiene el mismo efecto devastador que perder a un hijo, a tu esposa, a tus padres, abuelos, hermanos, amigos.

Escribo esto para compartir como estoy transitando yo en mi duelo, como estoy sublimando el dolor en amor, con que herramientas he contado, por si le sirve de consuelo a alguien que se siente hoy incapaz de seguir adelante, sumido en una profunda depresión y soledad.

Tus creencias son las únicas que valen y cuentan

Elena nos estuvo preparando a conciencia en los últimos meses de su vida y de hecho hace 5 años empezamos un camino espiritual precioso, buscando remedios naturales y ancestrales para una enfermedad que la ciencia médica era incapaz de curar.

Esto cambió nuestra cosmogonía, nos dio fe en la vida y nos permitió dar una respuesta al gran misterio de la muerte.

Elena se fue, confiando en subir a un estado de conciencia universal superior, que ella ya había estado en estos mundos en más vidas y que quizás volvería a vivir en otras.

Cualquier cosa que creas será la buena, si te acompaña feliz en tu última experiencia de vida: además nadie puede demostrarte que no tienes razón. Nadie ha vuelto y parece que adónde vas no se tiene que estar tan mal.

Lo primero: pide ayuda

Me di cuenta en seguida que con Elena se había muerto una parte de mí, y había nacido otro Antonio, con dos hij@s maravillos@s y medio ángeles, pero con un futuro de soledad abrumadora delante, sin la compañía de la que había sido mi norte, sur, este y oeste.

Quien ha conocido a Elena sabe lo que era su presencia: la dulzura y mirada azul de un cachorro, la bondad de un ángel, una luz que te hacía sentir bien.

Todo me la recordaba en nuestra casa que sigue igual a como estaba antes de irse. Era, soy incapaz de quitar sus cosas y hoy su luz blanca me acompaña siempre, va siempre conmigo.

No podía hablar con nadie, solo con mi hermana, que había perdido a nuestros padres y a su marido en un año, y sabía por lo que estaba pasando.

Tres herramientas de ayuda

Pedí ayuda y la vida puso en mi camino a las personas que necesitaba.

Primero, mi amiga Raquel Santiago me invitó a un curso online de Karma Tenpa un monje budista sobre “Meditación y compasión”.

Fue empezar a escuchar conceptos que resonaban mucho con lo que Elena nos contaba, mientras aprender a meditar es empezar a meternos dentro de nosotros, donde están todas las respuestas, toda la conciencia universal.

Segundo, mi amiga mascotera Bea le montó una fiesta de cumpleaños sorpresa a su pareja, mi querido amigo Carlos Rodríguez en casa de su amiga Bego Montero Cortés que es terapeuta transpersonal, especialista en duelo y tutora en la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal. Fue verme y «sentirme» y me dijo que tenía que apuntarme al Curso que tienen sobre “Acompañamiento en procesos de Duelo y Muerte” que empezaba en junio y acabaría en noviembre.

Me apunté y fue la mejor decisión que pude tener: cada semana aprendes un tema sobre como acompañar a alguien que ha tenido una pérdida. Por un lado te da herramientas muy sólidas para TU duelo y por otro, tienes a tu lado a un equipo de profesionales, formado por tu tutora (en mi caso Bego, maravillosa, super competente y presente 24/7), los maestros y teóricos de la escuela y tus colegas de curso, la mayoría profesionales (psicólogos, médicos, terapeutas,  ..) que necesitan especializarse en esta materia tan delicada e importante: TODOS vamos a pasar por esto.

Tercero, pensé que la mejor manera para sanarme era aplicar lo que estaba aprendiendo en el curso para sanar a otros. Me dirigí a la Asociación Española contra el Cáncer, ofreciéndome como voluntario para cuidados paliativos, fuerte de mi experiencia vivida con Elena.

Naturalmente me desaconsejaron, al estar mi duelo muy reciente, pero después de un curso de formación y muchas súplicas, me permitieron empezar mis servicios en el Hospital Universitario Santa Cristina de Madrid, que tiene 32 habitaciones dedicadas a cuidados paliativos.

Sabía que volver a lidiar con la muerte una y otra vez sería durísimo para mí, pero confiaba en poder hacerlo, pensando en la historia de Facundo Martí, el poeta y músico latino que perdió a su familia en un accidente.

Cuando pensaba que su vida ya tenía poco sentido, Madre Teresa le dijo: “Facundo, tienes que redistribuir todo ese amor que teníais reservado para tu mujer y tus hijas, que no se puede morir con ellas. Si tu vida ya no tiene sentido para ti, dámela a mí, ven a trabajar en mi hospital para asistir a los más pobres, enfermos y rezagados de la tierra”.

Desde que empecé, he conocido a unos 300 pacientes, a sus familiares, a muchos ángeles vestidos de blanco y disfrazados de enfermer@s, médicos y voluntari@s, que demuestran que todavía hay mucha gente buena en este mundo.

Mis trabajos para el curso

Aunque por conveniencia publicaré un post separado con cada contenido, quiero compartir aquí 3 de los trabajos que me han pedido en la Escuela de Desarrollo Transpersonal para poner en la práctica lo aprendido en el Curso.

El primero es Un cuento original para explicar la muerte a un niño.

Me inspiré en la metáfora que usamos para explicar la muerte: cuando el río llega al océano se da cuenta que siempre ha sido parte de él y de allí la historia de “Gotita”, una gota de mar que por un rato se cree formar parte de algo nuevo y único como el río.

El segundo es la Transcripción de un proceso de acompañamiento en duelo en 8 fases, utilizando las principales herramientas conocidas en el curso.

Me he imaginado que sea Elena la que me ha acompañado en estos 8 meses y medio, en el caso más real que conozco, al haberlo vivido.

Esto os dará un ejemplo de un camino por el que hay que transitar, de sus etapas más importantes y quizás os pueda ayudar en entender algunas cosas que os están pasando.

He usado mi proceso real: cuando la muerte entra en tu vida, cuando sabes que tienes que estar listo para morirte en cualquier momento, aceptando nuestra condición mortal, vas a tumba abierta, solo confiando que tu dolor sirva para hacer más soportable el dolor de alguien más.

El tercero es el Contenido de una presentación sobre “Acompañamiento en duelo” en 8 fases, donde se explica el proceso, se citan libros y herramientas útiles y de alguna forma, complementa el trabajo anterior.

Os lo comparto en “Word” por si queréis aprovecharlos enteros o en parte, para lo que sea.

Naturalmente son los trabajos de un principiante, del becario del becario de un acompañante, que no quieren tener ningún rigor académico y menos sanador para alguien distinto a mí. Pero a mí me han ayudado mucho, he conseguido “re-colocar” la figura de Elena en mi vida y disminuir mi sufrimiento.

El dolor es distinto al sufrimiento

De hecho, el dolor es el que es y hay que gastarlo. Es como cuando te duele una muela: necesitas algún analgésico porqué es muy real.

Por otro lado, el sufrimiento es el proceso mental que construimos alrededor de nuestro dolor: porque nos sentimos culpables, dolidos, deprimidos, perdidos, hundidos, … nos castigamos pensando en un pasado donde ya no podemos intervenir, o en un futuro que todavía no existe o se ha producido.

Solo si vivimos en el rabioso presente tenemos una oportunidad de no sufrir innecesariamente y por esto es tan importante aprender a meditar. Cuando meditas estás Atento, Consciente y Presente y es un tiempo que te regalas y quitas incluso al dolor.

Si yo lo he conseguido, tú también puedes (y el amor incondicional existe)

Empezaba mi Curriculum profesional diciendo: “estoy casado con un hada de los bosques” como el mayor logro (humano y) profesional conseguido.

Todos los que me han conocido, colegas, alumn@s, clientes, profes, amig@s, familia, … saben cuán importante era Elena en mi vida, desde que el amor incondicional nos arrolló como un tsunami.

En mi caso fue en la UCI de un Hospital en Madrid, con Elena recién operada de su primer tumor cerebral y después de que el neurocirujano que la había operado nos dijo a su madre y a mí, que estos tumores suelen volver. “¿Pensáis tener familia? Yo os diré si podéis”.

Allí supe que quería pasar todo el resto de nuestras vidas junt@s, días, meses, años, .. lo que tocara.

No tuve un plan B, una vía de escape y descubrí lo que significa “amar incondicionalmente”, como saben muy bien los que tienen a un perro de mascota.

Él/ella te quiere si eres sano o enfermo, rico o pobre, viviendo en una mansión o en la calle, joven o viejo.

Pues, si después de 8 meses y medio yo he conseguido salir adelante y pensar que se puede sublimar el dolor en amor, cualquiera puede hacerlo. Necesitarás encontrar TU camino, TUS motivaciones, las herramientas que te sanen, pero el camino existe.

Como he dicho antes, no soy un terapeuta, ni psicólogo, ni médico, pero si necesitas que alguien te sostenga y acompañe en tu dolor, te escuche con presencia consciente y “cardíaca” (con el corazón), sin juzgarte, sin intentar convencerte de nada, respetando cualquier idea o decisión que tomes, aquí estoy.

Puedes escribirme a mi correo antonio.fontanini@gmail.com

Consideraré un privilegio y un honor serte útil, a ti, a un familiar, amigo o conocido tuyo, ayudarte y cuidarte en lo que pueda, a sabiendas que por un lado en la Escuela de Desarrollo Transpersonal y en la Asociación Española contra el Cáncer hay un ejército de psicólogos y terapeutas cualificad@s para ayudarte profesionalmente. Para mi será un gesto de amor, un impacto positivo, y te agradeceré por permitírmelo. GRACIAS.