¿Qué narrativas explican conceptos como el valor y el éxito en la economía actual? ¿Cuál es su origen y cómo están cambiando? ¿Hacia qué nuevos modelos de economía y sociedad estamos avanzando?
Estas son algunas de las preguntas que guían mi nuevo libro, La Economía del Sentido, cómo el sentido está cambiando la economía y nuestro futuro (The Meaning Economy , how meaning is changing the economy, and our future.) cuyo lanzamiento está previsto para primeros de 2016.
También son preguntas que estoy deseando explorar en Madrid el 11 de junio de 2015 en la EOI junto a un grupo diverso de innovadores, consultores, empresarios, profesores y estudiantes en el taller »Innovación en Experiencia de Cliente con la »Economía del sentido»: Cómo pasar de »pains» a »gains’‘.
Podemos definir la Economía del Sentido como un modelo económico pujante que crea valor a partir de experiencias interactivas con sentido. En esta economía, el sentido es lo que define el valor, y a menudo las experiencias prevalecen sobre la propiedad exclusiva, los productos se convierten en servicios, los servicios en plataformas, y los roles tradicionales (empleados, consumidores, empresarios…) se difuminan para asemejarse más bien a socios que cocrean el valor.
Sentido, en este contexto, quiere decir que las personas interactúan en torno a unos valores compartidos que fomentan relaciones saludables y equilibradas. Estas relaciones pueden ser internas (de la personas consigo mismas), con otros (empleados, clientes, inversores, vecinos.. ), o con la red de la vida (ecosistemas), o idealmente referirse a dos o a tres des estos ámbitos al tiempo.
Una definición amplia, porque se trata de un sector emergente, todavía tremendamente heterogéneo, en constante innovación y evolución, y donde el sentido puede aparecer en distintas fases a lo largo de la cadena de creación de valor.
De hecho, mi trabajo en general y mi libro en particular suponen un intento de aglutinar, vertebrar y explicar muchas de las nuevas narrativas económicas, aparentemente heterogénas, que vemos emerger con fuerza en la última década. Entre las señales que marcan el auge de la Economía del Sentido encontramos la emprendeduría social, las economías hiperlocales, los productos ecológicos, el comercio justo, el crowdfunding, el coworking, las organizaciones sin estructura jerárquica, la inversión consciente, los modelos one-for-one, los precios variables, los pagos hacia delante (pay-it-forward) y nuevos modelos de negocio experienciales, de uso compartido y de persona a persona.
Mirando las cifras, advertimos que la Economía del Sentido se mueve desde hace tiempo en los billones de dólares e involucra ya a miles de millones de personas en todo el planeta.
Por ejemplo, la comida local y ecológica mueve 40.000 millones de dólares en todo el mundo. Los préstamos persona a persona (peer to peer lending) han sobrepasado ya los 5.000 millones, el crowdfunding va camino de superar el tamaño del sector de capital riesgo (venture capital) y la economía colaborativa (sharing economy) mueve ya más 110.000 millones en todo el mundo (datos en dólares de Leo Burnett y Nielsen).
La búsqueda de sentido también está redefiniendo el mercado laboral y la organización interna de las empresas. La Economía del Sentido hace una llamada hacia modelos organizativos transparentes, colaborativos, y poco jerárquicos en los que la implicación (engagement) es muy alta, ya que los antes llamados empleados comienzan a sentirse socios que colaboran en torno a valores e intereses compartidos.
Para medir el impacto económico potencial de estos cambios organizativos podemos usar el costo real de la falta de implicación (engagement) de los empleados de la economía tradicional, estimado en más de 450.000 millones de dólares al año, sólo en los EEUU (datos de Gallup).
El auge de la Economía del Sentido se explica por el desgaste de las narrativas económicas de la postguerra mundial, basadas en la escasez, el desequilibrio, y la competencia. La acumulación y constante rotación de inventario de bienes están perdiendo adeptos como motores del valor y como medidas del éxito y de la felicidad, especialmente en el contexto de unos estilos de vida, puestos de trabajo, comunidades y ecosistemas insalubres, inestables, competitivos y desequilibrados.
Por contraste la Economía del Sentido expresa el valor a través de experiencias plenas, colaboración satisfactoria con otros, y entornos de trabajo, estilos de vida, comunidades, y ecosistemas saludables y equilibrados.
Para complementar y enriquecer mi trabajo, he creado KumuThrive, una consultoría especializada en Meaning Economy a través de la cual estamos trabajando con diversos clientes que buscan innovar hacia un mayor sentido, ya sea internamente o en sus modelos de negocio –o, idealmente, en ambos aspectos al tiempo.
En el taller »Innovación en Experiencia de Cliente con la »Economía del sentido»: Cómo pasar de »pains» a »gains’‘ (Madrid, 11 de junio de 2015) haremos un ejercicio de colaboración e innovación en grupo para imaginar juntos las implicaciones posibles de la Economía del Sentido en cuatro sectores estratégicos de la economía española: Energía, Seguros, Banca y Telecomunicaciones, desde la óptica de la experiencia de cliente. Espero veros allí y manternos en contacto para seguir aprendiendo e innovando juntos.
Manuel Maqueda
Manuel Maqueda es economista, abogado, emprendedor y activista. Es el creador del concepto de Economía del Sentido y autor del libro “The Meaning Economy” y fundador de KumuThrive, consultoría para empresas que buscan el éxito a través del sentido.